sábado, 3 de abril de 2010

OM MANI PADME HUM


Una explicación del mantra de Avalokiteshvara, el Buda de la Compasión.
Por S.S. el XIV Dalai Lama.


Es muy bueno recitar el mantra Om Mani Padme Hum, pero mientras lo haces debes estar pensando en su significado, porque el significado de las seis sílabas es grande y vasto. La primera está compuesta por tres letras A, U, y M. Estas simbolizan el cuerpo, el habla y la mente impura del practicante; también simbolizan el cuerpo, el habla y la mente puros y exaltados de un buda.
¿Pueden el cuerpo, el habla y la mente impura transformarse en el cuerpo, el habla y la mente pura? ¿O están completamente separadas? En todos los casos, los budas fueron seres como nosotros y, entonces, gracias al camino se iluminaron. El budismo no afirma que alguien desde el principio estuviera libre de faltas y poseyera todas las buenas cualidades. La purificación del cuerpo, el habla y la mente llega a través del abandono gradual de los estados impuros y su transformación en lo puro.

¿Cómo se logra esto? El camino se indica en las siguientes cuatro sílabas. Mani significa joya y simboliza los factores del método: la intención altruista de iluminarse, la compasión, y el amor. Así como una joya es capaz de eliminar la pobreza, la mente altruista de la iluminación es capaz de eliminar la pobreza o las dificultades de la existencia cíclica y de la paz solitaria. De igual forma, así como una joya cumple los deseos de los seres sintientes, también la intención altruista de llegar a la iluminación satisface los deseos de los seres sintientes.

Las dos sílabas, Padme, que significan loto, simbolizan la sabiduría. Así como un loto crece en el lodo sin ensuciarse con las faltas de éste, la sabiduría es capaz de ponerte en una situación sin contradicciones, donde de cualquier otra forma habría contradicción si no tuvieses sabiduría. Existe la sabiduría que comprende la impermanencia, la sabiduría que comprende que las personas están vacías de autosuficiencia o existencia sustancial, la sabiduría que comprende el vacío de la dualidad –esto es, la diferencia de entidades entre sujeto y objeto– y la sabiduría que comprende el vacío de la existencia inherente. Aunque hay diferentes tipos de sabiduría, la principal de todas estas es la sabiduría que comprende el vacío.

La pureza debe lograrse mediante la unión indivisible entre el método y la sabiduría; dicha unión está simbolizada por la última sílaba, Hum, que indica indivisibilidad. De acuerdo con el sistema del sutra, esta indivisibilidad del método y la sabiduría se refiere a la sabiduría afectada por el método, y al método afectado por la sabiduría. En el vehículo del mantra, o tantra, se refiere a una conciencia donde existen en forma completa ambas, la sabiduría y el método como una entidad indiferenciable. En términos de las sílabas semilla de los Cinco Budas Conquistadores, Hum es la sílaba semilla de Akshobya, el inamovible, el no fluctuante, aquel que no puede ser perturbado por nada.

Así, las seis sílabas, Om Mani Padme Hum, significan que a partir de la práctica de un camino, que es la unión indivisible del método y la sabiduría, puedes transformar tu cuerpo, tu habla y tu mente impuras en el cuerpo, el habla y la mente puras y exaltadas de un buda. Se dice que no debes buscar la budeidad fuera de ti, las sustancias para el logro de la budeidad están dentro de ti. Como dice Maitreya, en el Sublime Continuo del Gran Vehículo (Uttaratantra), todos los seres tienen intrínsecamente la naturaleza búdica en su continuo mental. Tenemos dentro de nosotros la semilla de la pureza, “la esencia de aquellos que han ido” (Tathaghatagarbha), que debe ser transformada y desarrollada completamente en la budeidad.

sábado, 7 de marzo de 2009

Agua que no has de beber, déjala correr

El reiki te habla del amor incondicional, el budismo del apego, Quevedo sobre la fugacidad de la vida... en definitiva diferentes mensajes que deberían llevarnos a la conclusión que de nada sirve aferrarnos a las cosas, a las personas, a los sentimientos, a la salud, a la propia vida.
Sin embargo la vida, juega en contra de estas ideas, desde pequeños creamos nuestro espacio, y una vez creado empezamos a decorarlo con todo tipo de cosas, y personas. Por supuesto los primeros adornos son la familia. El papá, la mamá, los hermanitos... Luego vendrán los juguetes, la ropa. Más tarde, vienen los amiguitos del colegio, que van cambiando como un frutal año a año nos va dando frutos maravillosos, que terminarán perdiéndose, comiéndose, yendose, o marchitándose. Información, emociones, sonidos, colores, objetos, sabores. Nuestra vida se va llenando, y llenando. Energía que entra y que sale, energía que se estanca, energía que no llega, energía que te sobrecarga.
***continuaré****

domingo, 15 de febrero de 2009

En la desembocadura del río


Era un río de los que ya no hay...

Me costó decidirme a navegar... El agua me daba miedo, pero el río me llamaba. Llevaba cerca suya desde niño. Me fascinaba.

Podía pasar horas con mi vista perdida en su inmensidad, tan cerca de mí, pero tan lejos de mi vida. No era para mí.

Antes viajaría, jugaría con los charcos, con lagunas, con el mismo océano... El río me llamaba...

Un día, caminaba junto a su orilla, un día su canto de sirenas me hipnotizó, un día metí mis pies en su orilla.

Monte, aire, fuego, y río... Fui perdiendo el miedo, como la presa hipnotizada de la serpiente, yo me acercaba.

Ven a mí, flota en mis aguas, bebe de mí... Caminé, despacio, fascinado, hechizado. El agua hasta mis rodillas, hasta mi vientre, hasta mi pecho, hasta mi cuello. Flotaba, me sumergía, buceaba, nadaba y nadaba. El río de mi niñez ahora me embriagaba.

Invitado por la brisa, por la corriente, por la espuma, por la vida que corría, me decidí. Navegaría río arriba, río abajo. Tenía que conocer al río de mi vida.

Dejando atrás miedos y dudas, otros sueños, me embarqué. Inmenso era el río, bello, profundo, mágico, pero a veces también tenebroso. Bancos de niebla, días de tormenta, saltos de agua, a veces tranquilo como un lago, a veces bravo como el más salvaje océano. Yo cada día más enamorado de estas aguas bravas, de estas aguas vivas, cada día más dispuesto a vivir en sus aguas y a morir en ellas.

Río y lloro, risas y llantos. Corriente de la vida que me llevaba río abajo, cada vez más lejos del nacimiento. Río caprichoso, que me mantenía flotando seguro de mi destreza, y me llevaba corriente abajo.
Diría hoy que mi paso por el río, fue como una estrella fugaz, porque no había terminado de formular mi deseo, su estela había desaparecido.
Fue una noche, como no podía ser de otro modo. La luz de la luna llena se reflejaba con tanta intensidad en su negra superficie, que pensé que el cielo estaba a mis pies. Quise con tanta fuerza saltar a coger las estrellas, que de repente me hundía en el agua. Esta vez un río tranquilo, dejó que me hundiera, y cayendo hacia el fondo, levantaba mi mano hacia la superficie, transparente y nítida, dejando mi luna cada vez más lejos... Mi luna desaparecía de mis manos, y sonreía desde lo alto, ya no a mi río, ya no a mí. Sonreía a su espacio, mientras yo desaparecía en el fondo del río que un día fue mi sueño, un día mi vida, un día el causante de mi alma vacía